Los científicos creen que los cometas son el repositorio del hielo y la roca primordiales que participaron en la construcción del Sistema Solar, por lo que la nave espacial Stardust, lanzada en 1999, se acercó a uno de ellos, el Wild 2, y recogió las partículas de polvo en su cola. Sin embargo, estos materiales no eran tan prístinos porque se calientan, se funden y se transforman cuando el cometa pasa cerca del Sol. Así que en una nueva misión, Stardust intentó recoger el polvo que entra desde el espacio interestelar. Durante 200 días en 2000 y 2002, la nave sacó su panel colector de polvo con forma de raqueta de tenis, impregnado de un aerogel o «humo congelado» para atrapar las partículas. Se trata de algo muy difícil, ya que son muy pequeñas y viajan a más de 15.000 kilómetros por hora.
Pero la tarea no terminaba ahí. Una vez que el panel fue devuelto a la Tierra en una cápsula de reentrada expulsada cuando la nave pasó por nuestro planeta en el año 2006, dar con las partículas en el aerogel era aún más complicado que encontrar una aguja en un pajar. Los miembros del equipo de Stardust en la Universidad de California, Berkeley, pidieron a 30.714 voluntarios que examinaran imágenes microscópicas del aerogel. Fueron necesarias cien millones de búsquedas para dar con los posibles siete impactos de polvo en el colector, compuestos de aluminio, magnesio y hierro. Para estar seguros de que los granos son verdaderamente interestelares, los investigadores deben ahora transferir las partículas de polvo del interior del aerogel a instrumentos para analizar sus isótopos. Un trabajo que reconocen será arduo y llevará mucho tiempo.
Fuente: ABC.es