Los volcanes de Venus son más activos de lo que se pensaba

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Las dudas sobre hasta qué punto el planeta Venus es volcánicamente activo parecen estar más cerca de resolverse. Su superficie está cubierta de muchos volcanes, pero su espesa atmósfera ha dificultado durante años a los astrónomos la observación directa del planeta. Ahora, un reciente estudio realizado por investigadores italianos no sólo confirma que este planeta rocoso es volcánicamente activo, sino que muestra que su actividad geológica es mayor de la que se pensaba hasta ahora.

«La evidencia de actividad volcánica proporciona información crucial sobre su evolución geológica y térmica. Esta sugiere que el manto de Venus todavía está lo suficientemente caliente como para generar magma y provocar erupciones volcánicas«, explica Davide Sulcanese, investigador de la Universidad de Annunzio, en Pescara (Italia), y autor principal de este estudio publicado  en la revista Nature Astronomy.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores compararon imágenes de la superficie del planeta obtenidas con la sonda Magallanes en 1990 y 1992, donde observaron cambios en la morfología de su superficie.

Venus es el planeta más cercano a la Tierra y el segundo desde el Sol. En estructura y tamaño es bastante similar a nuestro mundo, con un radio de 6.052 kilómetros. Sin embargo, las temperaturas extremas que atrapa su espesa atmósfera y las nubes ácidas que contiene lo hacen inhabitable para la vida tal y como la conocemos. A pesar de no ser el planeta más cercano a nuestra estrella, es el más caluroso de todo el sistema solar: el efecto invernadero que crea su atmósfera es de tal magnitud que las temperaturas superficiales, de unos 480 grados Celsius, pueden derretir hasta el plomo.

Conocer por tanto la actividad geológica del planeta que debe su nombre a la diosa romana del amor y la belleza es importante para el estudio del espacio. «El descubrimiento de la actividad volcánica en Venus puede guiar las futuras misiones espaciales hacia mejores exploraciones y monitoreos de estos fenómenos», continúa Sulcanese. Todo un desafío para los astrónomos, ya que cualquier nave espacial que aterrizase en su superficie podría quedar o bien corroída por las nubes sulfúricas o aplastada ante la fuerza de una atmósfera 90 veces más densa que la terrestre.

Similitudes con la Tierra

Este estudio también es revelador en lo que respecta al conocimiento de los geólogos sobre el vulcanismo de la Tierra y sus efectos sobre la geología planetaria, las atmósferas y los climas: «Existen analogías significativas entre los volcanes de Venus y los de la Tierra, aunque las condiciones ambientales, como la presión atmosférica o la temperatura, son muy diferentes. Por eso, comparar los volcanes de ambos planetas puede ayudar a comprender mejor los procesos volcánicos en diferentes contextos geológicos», aclara el autor principal de la investigación. Además, «estudiar el vulcanismo en el espacio permite una mejor comprensión de la historia geológica y de la evolución de los cuerpos celestes», añade el segundo autor de la investigación, Giuseppe Mitri.

Las dos regiones del planeta que han recibido mayor atención son el flanco occidental de Sif Mons y el oeste de Niobe Planitia, donde los cambios en la morfología de la superficie sugerían la emisión de recientes flujos de lava. En concreto, una chimenea volcánica de aproximadamente 2,2 kilómetros que en apenas 8 meses sufrió las consecuencias del paso del magma.

Futuras misiones

El autor principal de la investigación, Sulcanese, confía en que las misiones VERITAS, DAVINCI+ y EnVision que se esperan para finales de esta década y comienzos de 2030 permitirán profundizar en la comprensión de estos procesos. Estas misiones aportarán imágenes de alta resolución, datos químicos y datos de radar detallados. «VERITAS en particular utilizará un radar de apertura sintética para mapear la superficie de Venus con una resolución sin precedentes, mientras que DAVINCI+ analizará la composición atmosférica revelando nueva evidencia de actividad volcánica reciente», aclara el profesor Marco Mastrogiuseppe, tercer autor de la investigación.

Fuente: elmundo.es

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