Derribando mitos: terremotos y actividad solar
Porpor Néstor Espinoza*
Debido al reciente terremoto en México, justo en un periodo de alta actividad solar, alguna gente ha intentado ligar ambos fenómenos de manera causal (incluso en blogs y videos de YouTube, algunas personas dicen que es evidente que ambos fenómenos están relacionados); ¿qué tan cierto es todo esto?, ¿qué dicen los datos…y qué dice la ciencia? Lo elucidamos en esta columna inaugural de la sección “Derribando mitos”.
El pasado Viernes 7 de Septiembre, un terremoto magnitud 8.2 azotó al suroeste de México, dejando varias decenas de muertos y cientos de heridos, en una tragedia que no azotaba con esta magnitud al país norteamericano desde hace más de tres décadas. Con el Sol en un periodo de moderada actividad (anunciada a principios de esa misma semana, con partículas cargadas llegando a la Tierra y afectando las telecomunicaciones alrededor de los mismos días del terremoto en México), algunos han llegado a pensar que, quizá, este terremoto no era un hecho aislado y que estos fenómenos guardaban alguna relación entre sí (es más, muchos blogs y videos de YouTube han llegado a afirmar esta relación). En la columna de hoy, en la que inauguramos la sección “Derribando mitos”, intentaremos responder una simple pregunta: ¿es plausible pensar que existe alguna relación entre ambos fenómenos?
Demos, primero, el beneficio de la duda: ¿qué dicen los datos? Me tomé la libertad de ir al Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), del cual es muy fácil obtener las magnitudes de todos los terremotos mayores a cierta magnitud en las escalas de tiempo que se quiera. Tomé todos los terremotos mayores a magnitud 5 desde 1980 hasta el 2016, y los uní con el mejor predictor de actividad solar que tenemos: el número de manchas solares en el Sol (¿por qué? Siga leyendo). Este último dato lo obtuve de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), y lo saqué para el mismo periodo que los terremotos. Acá muestro cómo se ven estos datos1:
Hay varios puntos interesantes en el gráfico. Primero, en azul, vemos las magnitudes de los terremotos y le he puesto un punto blanco al terremoto de magnitud 8.8 que azotó a Chile el 27 de Febrero como referencia temporal. Es interesante notar que no parece haber ninguna estructura ni periodicidad en los terremotos; aparentemente, cuándo ocurren los terremotos es bastante aleatorio (dónde, por otro lado, ¡no lo es! Pero esa es otra historia). En rojo, por otro lado, vemos el número de manchas solares que (¡oh, sorpresa!) es evidentemente periódico: este es el muy conocido periodo de actividad en el Sol, el que se repite cada 11 años más o menos como puede apreciarse en el gráfico. En resumen: los terremotos ocurren más o menos aleatorios en el tiempo. Los ciclos de actividad solar, no. Creo de este simple dato se deriva, más o menos evidentemente, que ambos no tienen ninguna correlación entre sí.
Pero, pongámonos en los pies de un “conspiracionista”/charlatán como Salfate, el Dr. File, y tantos/as otros/as (si ud. no conoce quiénes son estos tipos, lo/la felicito: sus neuronas están a salvo) y, como estos, simplemente omitamos los datos. Asumamos que no existen; ¿tendría sentido una correlación entre los terremotos y la actividad solar? Para contestarnos esta pregunta, debemos entender más o menos qué producen ámbos fenómenos. Por un lado, los terremotos se producen en muchos casos por el movimiento de las placas tectónicas. Por otro lado, en periodos de alta actividad solar, el Sol emite un montón de radiación (durante las llamadas “llamaradas solares”) y partículas cargadas (durante las llamadas “eyecciones de masa coronal”), las que salen disparadas de nuestra estrella (generalmente desde la misma dirección en donde se ubican las manchas solares) y, al llegar a la Tierra, interactúan principalmente con nuestros satélites. Aún así, en la superficie no pasa mucho gracias a nuestro campo magnético, el que deflecta la dirección de estas particulas cargadas y, por tanto, nos protege de las mismas (esta deflección es, justamente, la que provoca las maravillosas auroras boreales). Esta es la razón por la que usualmente nadie se entera de las tormentas solares si no fuese por las noticias (y no, digamos, por una lluvia de partículas cargadas en el patio de sus casas… lo cual sería bastante terrible). Si no pasa nada en la superficie… ¿cómo esperamos pase algo en las placas tectónicas que, por lo demás, son órdenes de magnitud más difíciles de mover que un simple humano, por ejemplo? La idea es, francamente, bastante poco plausible.
Tenemos entonces: (1) una hipótesis física muy poco admisible y (2) pocos datos que sustenten nuestra hipótesis. En suma: nada. Que las tormentas solares afecten los terremotos es tan plausible como la existencia de unicornios o elefantes voladores. Nótese un detalle de lo expuesto en esta columna: siempre hablamos de implausibilidad, nunca hablamos de existencias o inexistencias. La razón es bien simple: la ciencia (¡como los Jedi!) no juega en absolutos, solo en grados de certeza.
1: El código usado para generar este gráfico es público, y lo pueden ver acá: https://github.com/nespinoza/columnas/tree/master/terreflares
2: Para ser honestos, estos charlatanes no es que omitan los datos: simplemente no los buscan y/o no saben buscarlos. O cuando los encuentran, mienten (o derechamente inventan) sobre qué significan. Un ejemplo de esto lo dejo aquí, en donde el “Dr. File” dice que el planeta enano 2012 VP113 fue “recientemente descubierto” (cuando fue descubierto en el 2014), y que “podría estar acercándose a la Tierra”: https://www.youtube.com/watch?v=wWuEdqTI5Mo. Lo muy gracioso es que este objeto, cuyo descubrimiento fue publicado en la revista Nature, tiene una órbita cuyo punto más cercano al Sol es 80 veces la distancia del Sol a la Tierra. Evidentemente, el Sr. File no tiene mucha idea de lo que habla.
*Néstor Espinoza – Astrónomo (PUC), Candidato a Doctor en Astrofísica (PUC) e Investigador del Instituto Milenio de Astrofísica (MAS) – twitter @nespinozap